Lorena & Ricardo

El comienzo de nuestra historia no fue un evento ruidoso, sino un susurro del destino. Fue un día ordinario, que sin prometer nada, se convirtió en el punto de partida de un amor que Dios había preparado para nosotros. Con cada conversación, descubrimos un lazo que nos unía más allá de la casualidad. Podíamos hablar durante horas y horas, reírnos de las cosas más simples y disfrutar de la compañía del otro. Nos encantaba comer cosas deliciosas y pasear, explorando el mundo y descubriéndonos mutuamente en el proceso.
Con el paso del tiempo, el plan de Dios se reveló en toda su hermosa complejidad. Nos dimos cuenta de que este camino no era solo para dos, sino para una familia. Nuestros hijos, con sus risas y su energía inagotable, se convirtieron en el motor de nuestro hogar y en la prueba viviente de este regalo. Ellos son el eco de nuestro amor, la razón por la que cada día es una nueva aventura.
Nuestro amor no se trata solo de dos personas, sino de la unión de vidas, de sueños y de corazones. Como dice la Escritura en Eclesiastés 4:12, «Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. Y una cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.» Nosotros hemos tejido esa cuerda con fe y esperanza, uniendo nuestras vidas y la de nuestros hijos en una sola, fuerte e inquebrantable.
Ahora, con la fe puesta en Él, daremos un paso más en este camino. Nos uniremos ante Dios y ante ustedes, nuestros seres queridos, para celebrar este momento inolvidable. Su presencia es la mayor bendición, el testimonio de que el amor verdadero, cuando es guiado por la mano de Dios, puede crear algo más hermoso de lo que jamás imaginamos.